Antecedentes remotos
Aunque parezca difícil de creer, el filósofo Immanuel Kant publicó en 1755 una Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, inspirada en las teorías entonces nuevas de Isaac Newton. La última parte de dicho tratado está dedicada a los planetas del sistema solar, los cuales, según Kant, necesariamente tendrían que estar habitados, para permitir la migración de las almas. Esta tesis abrió el camino a las exploraciones interplanetarias literarias.
Julius von Voss, un escritor popular, cuenta en Ini, Ein Roman aus dem einundzwanzigsten Jahrhundert (Ini, una novela del siglo veintiuno) la historia de Guido, un joven que vive muchas aventuras en todo el mundo para ganarse el corazón de su amada, la princesa africana Ini. Von Voss también publicó una obra en cinco actos que narra un viaje hacia el presente, el pasado y el futuro. Primer acto: Berlin im Jahre 1724 (Berlín en el año 1724), segundo y tercer actos: Berlin im Jahre 1824(Berlín en el año 1824), cuarto y quinto actos: Berlín im Jahre 1924 (Berlín en el año 1924).
Más adelante, a finales del siglo XIX, Kurd Lasswitz, editor, matemático y filósofo, presentóAuf zwei Planeten (En dos planetas), novela publicada en 1897 en la que en un viaje en globo al polo norte exploradores alemanes descubren una estación marciana secreta. Emil Sandt, apodado el Julio Verne alemán, escribió sobre aeronáutica, y en particular sobre los dirigibles.
Paul Scheerbart, a inicios del siglo XX, sacó a la luz la colección de cuentos Astrale Noveletten (Novelas cortas astrales) en 1912, y en 1913 la novela Lesabéndio.Ein Asteroïden Roman(Lesabendio. Una novela de asteroides), en la que habla de civilizaciones lunares o extraterrestres que se maravillan ante el espectáculo luminoso de un universo vivo.
Ese mismo año, Bernhard Kellermann publicó Der Tunnel (El túnel), donde plantea las consecuencias económicas y sociales de la construcción de un gigantesco túnel ferroviario bajo el océano Atlántico destinado a conectar Europa y América. En 1908, Carl Grunert presentó Der Marsspion (El espía de Marte); Grunert había destacado ya por su colección de novelas de ciencia ficción Feinde im Weltall? (¿Enemigos en el universo?), del año anterior.
Por otro lado, Robert Kraft, el infatigable escritor (más de 40 mil páginas impresas), cobró fama por Die Nihilit-Expedition (La expedición Nihilit) y Im Zeppelin um die Welt (La vuelta al mundo en zeppelin). Antes de la Segunda Guerra Mundial, aparecieron obras que reflejaban lo que sucedía en Alemania en el periodo de entreguerras. Hans Hörbiger, un ingeniero alemán escribió la cosmogonía glacial, la Welteislehre, y Karl-August Laffert publicó Der Untergang der Luna (El fin del Luna). Cuando el desarrollo de cohetes estuvo en su apogeo, aparecieron novelas como Mondfahrt (Viaje a la Luna), de Hans Hardt.
¿Qué ofrece la SF?
Esta rama de la literatura ha ofrecido desde sus inicios campo fértil para el pensamiento especulativo, y ha cobrado gran relevancia en los últimos años gracias a obras que se pueden considerar proféticas y que vaticinaron presentes casi tan distópicos como el que enfrentamos en la actualidad con la pandemia, el uso de la tecnología como herramienta de control y la crisis climática, por mencionar los más evidentes.
|
|
En alemán la ciencia ficción tuvo una fuerte influencia en el cine. De hecho, se filmaron varias joyas en los inicios de la cinematografía, como Latragedia del poder (1920), de Hans Werckmeister, cinta muda que constituye uno de los primeros registros visuales de la ciencia ficción y del expresionismo alemán. Otra obra maravillosa es Metrópolis, que se adelantó con sus escenarios y personajes a un futuro que no tardaría en presentarse.
El “músculo cinematográfico de los alemanes” (Fritz Lang) venció sin duda en un principio al músculo de las novelas impresas, aunque a comienzos del siglo pasado todas las producciones literarias de habla alemana pertenecientes al género de la ciencia ficción, fueran éstas de origen alemán, suizo o austriaco, ya habían visto la luz.
De hecho, la literatura alemana de ciencia ficción, en el sentido moderno del término, apareció desde fines del siglo XIX con el escritor Kurd Lasswitz, cuando Julio Verne, en Francia, ya había escrito la mayoría de sus Viajes extraordinarios, y H. G. Wells, en Gran Bretaña, estaba trabajando en la publicación de su novela El hombre invisible.
No fue sino hasta la caída del Muro de Berlín que en Alemania aparecieron autores como Andreas Eschbach, con sus relatos reunidos en Lostejedores de cabellos (1995), obra ganadora del Grand Prix de l'Imaginaire y de los premios SFCD y Bob Morane, y con su segunda novela, Solarstation (Estación solar) (1996), ganadora de los premios Kurd Lasswitz y SFCD.
El tema da para más, mucho más, aunque por cuestiones de espacio sólo nos queda prometer una segunda parte de este artículo en alguna próxima edición de la revisa.
|