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Enero 2023 / No. 722   Mitt

Qué resorte nos hace bailar

De veras, ¿bailar nos hace más felices?

En el baile hallamos ritmo, pero a veces ceremonia, también rito, conexión, sincronía, un lazo estrecho entre el cuerpo y la mente: “Bailar es vivir un tipo de experiencia de expresión y comunicación que a la vez nos permite experimentar nuevas sensaciones con el cuerpo, la mente y el espíritu.”

Seguir el ritmo de la música mientras bailamos beneficia la coordinación motora. También, con el baile, nos desinhibimos, chacoteamos, cantamos, echamos relajo y socializamos con otras personas. Por eso, bailar, como leer o escuchar música, estimula también nuestro cerebro.

El húngaro István Winkler demostró que las personas nacemos con un sentido rítmico-musical, lo que hace que las ganas de mover los hombros y la cadera al son de la música sean una capacidad innata de los seres humanos.

Los investigadores han demostrado que bailar fue un asunto importante en eso de dar un salto en la larga hilera de la evolución. Aparte, claro, de que bailar nos hace sentirnos mejor y de que es un ejercicio muy recomendable.

Algunas aves, las ballenas, los delfines, las focas, los murciélagos y los elefantes, entre otros animales, también pueden seguir el ritmo. Se sabe el caso de una cacatúa de cresta amarilla que se sabe a la perfección 14 movimientos de baile, según un nuevo estudio de Current Biology. Una investigación sobre este pájaro bailarín concluye que los humanos y los loros comparten una tendencia a bailar cuando la música los motiva.

Desde otro ángulo, “existen animales que producen elaboradas exhibiciones de cortejo que en cierto modo se parecen a la danza”, explicó Nicky Clayton, profesor de cognición comparada en la Universidad de Cambridge: “Por ejemplo, la danza de las grullas o la de las aves del paraíso”, detalló.

Según la antropóloga Bronwyn Tarr, de la Universidad de Oxford, el baile es una actividad que forma parte de la cultura humana desde tiempos inmemoriales, y, sin duda, cuando bailamos con otras personas sube considerablemente el nivel de endorfinas –los químicos que circulan en nuestro cuerpo y que generan la sensación de felicidad–, lo cual cambia la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a quienes nos rodean, y en general nos hace sentir bien, muy bien.

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Los científicos afirman que la música y la danza son universales en la cultura humana y que la música tiene la capacidad de inducir espontáneamente movimientos en los seres humanos. Incluso, por increíble que parezca, este movimiento podría estar grabado en nuestros cerebros desde el nacimiento.

Algunos estudios señalan que los bebés de tan solo tres meses pueden empezar a moverse de repente al ritmo de la música (aunque todavía no está claro si son capaces de seguir un ritmo determinado). De hecho, las investigaciones demuestran que los niños empiezan a moverse en sincronía con la música a partir de los cuatro años.

Y es que hay pocas experiencias tan liberadoras como el baile. Esa actividad está tan hondamente arraigada en nosotros, que los antropólogos culturales apenas han encontrado pruebas de sociedades humanas que no bailen.

Una de las posibles explicaciones es que la música y la danza ayudaron a crear vínculos sociales, quizás promoviendo que los miembros del grupo se reunieran y cooperaran, o como un primer medio para comunicar aspectos importantes de la cultura y los conocimientos del grupo.

Dicen los estudiosos de la danza y del cerebro que cuando nuestros oídos perciben música, la parte auditiva del cerebro traduce las vibraciones en algo que podemos entender, e interactúa de inmediato con las áreas motoras encargadas de poner en marcha el movimiento. Se ha demostrado que incluso cuando sólo escuchamos música, las áreas motoras de nuestro cerebro no dejan de activarse. Prueba de ello es que podemos palmear fácilmente al ritmo de una canción, incluso sin ninguna formación musical.

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Los aspectos rítmicos, como sentir la cadencia, implican una estrecha conexión entre las áreas auditiva y motora de nuestro cerebro. Para muchos es difícil escuchar una canción con mucho ritmo y no empezar a mover los hombros, balancear la cabeza, dar golpecitos con los dedos o los pies, o simplemente soltar todo el cuerpo y dejar que la música controle los movimientos.

“Cuando nos movemos en grupo, tendemos a sentirnos más unidos y conectados a las personas con las que bailamos”, explica Daniel Cameron, investigador de la Universidad McMaster, de Canadá.

Aunque el ritmo desempeña sin duda un papel en el baile, otros aspectos de la música, como las frecuencias bajas, también influyen en él. “Se ha descubierto que incluso los bajos más graves, en frecuencias más bajas que las que podemos oír, inducen a la gente a bailar”, según un estudio dirigido por el propio Cameron y que fue publicado recientemente en Current Biology.

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Bailar:

1. Mejora el estado de ánimo

Al bailar, el cuerpo empieza a segregar las hormonas de la felicidad, lo que nos ayuda en automático a reducir los síntomas relacionados con la ansiedad y la depresión.

2. Reduce la rigidez mental y física

Bailar puede darnos más capacidad para afrontar los problemas cotidianos. A través del baile nos volvemos más flexibles, tanto de manera física como ante nuestras perspectivas y creencias.

3. Aumenta la motivación

Bailar al ritmo de la música no sólo tonifica nuestro cuerpo a nivel muscular, sino que además nos ayuda a fomentar la motivación para lograr nuestros objetivos.

4. Mantiene la mente aguda

Otro de los beneficios de bailar tiene que ver con nuestra memoria y creatividad, ya que debemos recordar una serie de pasos y memorizarlos. Además, la creatividad requiere de motivación y de habilidades cognitivas.

5. Reduce el estrés

El hacer ejercicio y liberar las hormonas de la felicidad ayuda a lidiar con todos los efectos del estrés. Y nos hace más propensos a ser optimistas y a tener una actitud positiva ante la vida.

6. Mejora los vínculos sociales

Al unirnos a un grupo de personas para bailar, podemos mejorar el vínculo que guardamos con ellos. Con la danza las personas consiguen superar sus propias incomodidades ante los demás.

7. Mejora el funcionamiento del cerebro

Aprovechar cualquiera ocasión para bailar también pone a nuestro cerebro a utilizar diversas áreas y conectarlas entre sí, haciendo que mejore su funcionamiento ante los problemas de la vida diaria.

8. Reduce las posibilidades de sufrir de trastornos

Al mejorar las redes neuronales y la transmisión de sustancias químicas que ayudan a estabilizar nuestra salud mental, bailar reduce las posibilidades de sufrir un trastorno neurológico.

9. Aumenta la confianza y la autoestima

Finalmente, otro de los beneficios de bailar es mejorar nuestra autoestima. La música y el baile ayudan a las personas a superar sus miedos y afrontar los problemas con mayor decisión. Los psicólogos, por cierto, emplean terapias relacionadas con la música y el baile para ayudar a sus pacientes.

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