Una vida con muchas sonoridades
La familia Orff era de ascendencia bávara y de una arraigada tradición militar. Desde temprana edad, Carl mostró aptitudes musicales y desde niño tocó el piano, el órgano y el violoncelo. Luego lo atrajo la composición de música original. Montó obras de títeres para entretener a su familia, en las que compuso la música para piano, violín, cítara y glockenspiel. En esos años tempranos publicó un cuento en una revista para niños; también escribió un libro acerca de la naturaleza y le gustaba coleccionar insectos.
La primera etapa de formación para Carl Orff fue como aprendiz de órgano, piano y cello, instrumentos que comenzó a tocar desde los cinco años. Al parecer, sin embargo, ya desde entonces era mayor su deseo de componer que la propia ejecución instrumental. En su biografía se destaca que sus primeras composiciones fueron publicadas cuando apenas contaba con 16 años, en las que era notable la influencia de la obra musical de Richard Strauss, con los elementos poéticos que circulaban por esa época en Alemania.
Orff estudió música en su ciudad natal, en la Academia de Múnich; luego de graduarse se desempeñó como kapellmeister en la Kammerspiele de Múnich, y poco después en el Landestheater de Darmstadt y el Nationaltheater de Mannheim. En 1920 estudió composición con Heinrich Kaminski, y a partir de ahí comenzó su desarrollo de un estilo musical muy llamativo y a la vez simple.
La pedagogía musical por delante
Luego de haber sido director en varios teatros, Carl Orff se unió profesionalmente a Dorothea Günther con el propósito de fundar una escuela para niños en la que se enseñara a cabalidad música, gimnasia y baile. Sus investigaciones lo llevaron a establecer un sistema de enseñanza que al principio tan solo fue teoría musical, pero al que luego incorporó sus estudios sobre la relación entre el sonido, el ritmo y la música en general con la respuesta natural del cuerpo. Más adelante convirtió su investigación en un método para mejorar el aprendizaje de la música en un diseño, conocido ya para ese entonces como Schulwerk, que pretendía masificar la enseñanza de la música e iniciar su práctica desde el hogar.
En 1924 fundó la GüntherSchule, una escuela para niños en la que se enseñaba música, baile y gimnasia. Junto con Gunild Keeman impartió las clases de música, y así continuó investigando la manera en que el niño se relaciona con su forma de ser y de expresarse.
Como resultado, ambos descubrieron la importancia de la “educación sensorial” como punto de arranque y fundamento de la educación musical. En la Schulwerk el niño comienza por interpretar patrones rítmicos sencillos, luego va progresando hasta llegar a interpretar piezas de conjunto con xilófono, glockenspiel y otros instrumentos de percusión.
La obra pedagógica Orffiana (1930-1933, revisada por el autor 1950-1954) se levanta sobre tres bases: lenguaje, música y movimiento; junto con ellos, el contacto con la música se practica con todos sus elementos: ritmo, melodía, armonía y timbre, y se concede enorme importancia a la improvisación y a la creación musical, sobre todo con instrumentos de percusión.
Las perlas de su obra
La primera gran obra de Orff fue Zaratustra, inspirada en el texto del filósofo Friedrich Nietzsche Así habló Zaratustra; ésta tiene como base un barítono que canta con tres coros y orquesta. La siguiente, Gisei, das Opfer (Gisei, el sacrificio), muestra influencias de Claude Debussy, el compositor impresionista francés, quien impulsó a Orff a experimentar con combinaciones poco comunes de instrumentos musicales.
En 1917 Carl Orff tuvo que involucrarse en la Primera Guerra Mundial, en la que estuvo a punto de perder la vida. Al año siguiente, pasada la conflagración, se unió a las Óperas de Mannheim y de Darmstadt, en donde tuvo varios puestos.
No obstante sus aportes, entre los que también figuran una barra de sonido inspirado en instrumentos como el gamelán (de Indonesia) y otros más, sobre todo africanos, insistió en el enriquecimiento de su filosofía educativa musical.
“O Fortuna…”
Orff pasó a la historia de la música sobre todo por los Carmina Burana, una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII incluida en un manuscrito hallado en 1803 en el Kloster Benediktbeuern en la Alta Baviera (monasterio salesiano de Don Bosco, originalmente de la orden benedictina). Sin duda, esta cantata escénica basada en dichos cantos es la obra más conocida de la vasta obra de Orff.
|
|
Los versos se nutren del manuscrito original de 318 canciones, la mayoría en latín y algunas en alemán, cuyo contenido es casi exclusivamente profano: sátiras y poemas didácticos moralizantes, canciones de amor y de primavera, así como versos sobre la bebida y el juego. Las canciones parecen derivar de diversas fuentes; algunas, probablemente, provienen de eruditos itinerantes. Todo esto se reúne en la colección más completa e importante de poesía lírica del siglo XII y comienzos del XIII que se conoce.
Esta obra de Orff fue publicada en 1937 en Fráncfort y se estrenó al año siguiente. En ella, Orff combina la poesía profana del siglo XIII con una música intensa y deliberadamente sencilla para gran orquesta y coro, a la que añade ritmos enérgicos y vibrantes, además de ricas sonoridades. Orff se sintió atraído por lo llamativo de los versos, que son un tanto humorísticos y un tanto vulgares, a veces tristes, a veces sugerentes.
Según los estudiosos de la obra, Orff eligió los versos al azar y los arregló “en crudas canciones para solistas y coro, acompañados por instrumentos y mágicas imágenes”. Esta pieza inigualable ayudó a Orff a ejemplificar su búsqueda de un idioma capaz de revelar el poder elemental de la música, que permita al escucha experimentarla como una fuerza primitiva y abrumadora.
Los Trionfi
Luego del éxito de Carmina Burana, Orff compuso los Catulli Carmina (Poemas de Catulo, 1942), para coro, solistas, pianos y percusión; aquí el coro proporciona un acompañamiento casi instrumental a los solistas. Posteriormente también el Trionfo di Afrodita (1951), para orquesta y coro. Estas tres composiciones forman partes del tríptico denominado Trionfi, en honor al amor. Las letras de estas composiciones pertenecen a temas de la poesía medieval y a ciertas piezas del genio grecolatino, como por ejemplo, algunos textos de Safo, Eurípides y Catulo.
Carl Orff compuso varias operas más, aunque siempre se negó a reconocerlas como tales; destacan Der Mond (1939), Die Kluge (1943), Die Bernauerin (1947), Antigonae (1949), Comoedia de Resurrectione Christi (1956), Ödipus der Tyrann (1959), Prometeus (1966), y su último trabajo, De Temporum Fine Comoedia, que se estrenó en el Festival de Música de Salzburgo el 20 de agosto de 1973. En todas ellas, Orff fue capaz de captar el contenido emocional de las tragedias que usaba como referencia, “lo cual fue considerado un trabajo minimalista de sorprendente destreza”, según sus biógrafos.
Marcado por el nazismo
Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, a Carl Orff le fue imposible conseguir un trabajo, a causa de su relación con el nazismo. Se cuenta que fue uno de los pocos compositores alemanes que respondieron al llamado para crear nueva música incidental para El sueño de una noche de verano, después de que la música de Félix Mendelssohn fuera prohibida. En esos años, debido a la popularidad de su obra entre los seguidores del movimiento nazi, se vinculó sobremanera a Orff con el régimen, con lo que quedó marcado, y así inhabilitado para trabajar después de la guerra.
En cuanto a su vida personal, Orff se casó en cuatro ocasiones: la primera en 1920, con Alicia Solscher, madre de su hija Godela; la segunda, con Alice Willert, en 1939; la tercera con la escritora feminista Luise Rinser, en 1954; y por último con Liselotte Schmitz, en 1960. El prolífico compositor murió en Múnich, a los 86 años de edad. Fue enterrado en la capilla del monasterio de Andechs, y en su lápida, que contiene su nombre, la fecha de nacimiento y de deceso, sobresale la inscripción en latín “Summus finis” (“Por el fin más alto”).
Una recomendación que puede seguir en YouTube
https://www.youtube.com/watch?v=rHBG_FeITBY
Carl Orff, 1895-1982: Carmina Burana
Copenhagen Royal Chapel Choir / The Royal Choir
med Københavns Drengekor, DR KoncertKoret, DR SymfoniOrkestret.
Solistas:
Laura Claycomb, soprano
Nicholas Phan, tenor
Hugh Russell, barítono.
Director: Rafael Frühbeck de Burgos
|