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Enero 2024 / No. 731   Mitt

Sergio Hernández

Los colores desbordados de un pintor sin límites

Uno de los representantes más destacados de la escuela de Oaxaca.

Se entiende por escuela de Oaxaca el movimiento artístico de ese estado que surgió en los años ochentas y que se caracteriza por su diversidad de estilos, técnicas y temáticas, inspirados en la riqueza cultural y natural de Oaxaca, cuyas obras, con destellos, hacen recordar a otros pintores ilustres, como Francisco Toledo y Rufino Tamayo.

Sergio Hernández nació en 1957, en Huajuapan de León, en la sierra mixteca de Oaxaca. El ambiente familiar sin duda estaba impregnado de amor al arte. En esa infancia suya fueron sembrados los impulsos de su caudalosa imaginación. Su padre era ebanista y su madre cultivaba flores. Ambos crearon un espacio propicio para la imaginación desbordada que caracteriza la obra de este pintor. Hernández se formó durante su niñez y adolescencia prácticamente de manera autodidacta, aunque más adelante pudo realizar estudios profesionales en la Academia de San Carlos y en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, “La Esmeralda”, en la Ciudad de México.

El pintor reconoce sin titubeos que su primera influencia artística fue la obra de Rufino Tamayo, el artista oaxaqueño que sin afiliarse al muralismo y a los nacionalismos propagandísticos de la escuela mexicana de pintura reconoció que en el arte popular estaban sus raíces, pero también que su obra se alimentaba del encuentro con el arte universal.         Sergio Hernández siguió ese sendero y, según se refiere en la Gaceta de la UNAM, “como otros artistas y tantos mixtecos siguió el camino de la migración, mismo que lo llevó de su natal Oaxaca a Ciudad de México y luego a París, donde exploró la expresión figurativa que desde mediados del siglo XX había emergido en el viejo continente, con especial interés por las obras de Antoni Tàpies, Pierre Alechinsky, Filippo de Pisis y Wifredo Lam. En Francia conoció a Francisco Toledo, quien lo orientó en sus primeros acercamientos al gran arte europeo y con quien coincidió más adelante en la ejemplar defensa del patrimonio artístico y cultural de Oaxaca.”

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Desde entonces, la obra de Hernández abarca distintas disciplinas, como el grabado, la escultura, la cerámica, el dibujo y la pintura. De hecho, su obra está pendiente de lo que pasa, y está abierta a otros mundos y visiones. En ella ha explorado temas como la historia, los universos, la mitología y la naturaleza, combinando elementos de arte popular y arte contemporáneo.

El trabajo de Sergio Hernández ha sido reconocido nacional e internacionalmente, con exposiciones en Alemania, Francia, España, Italia y Estados Unidos. Ha recibido diversos premios y distinciones, como el Premio Internacional René Portocarrero en 2014, la Cruz Oficial de la Orden de Isabel la Católica en 2006 y la Beca Creador Artístico del Sistema Nacional de Creadores de Arte de 1994 a 1997.

Su obra forma parte de las colecciones permanentes de museos, como el de Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, el Museo de Monterrey, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, el Museo de Arte Contemporáneo de Aguascalientes, el Museum Würth de Alemania y el San Antonio Museum of Art de Estados Unidos, entre otros.

Una exposición que grita, chilla y derrama colores

 

En estas fechas, el Colegio de San Ildefonso alberga la exposición más grande y completa de Sergio Hernández, muestra que se inauguró el 11 de agosto de 2023 y que estará abierta hasta el 28 de enero de 2024. Las obras presentan técnicas propias del artista, como madera grabada, arenas sobre lino, frescos, óleos y plomos. La exhibición consta de 143 obras, divididas en cuatro secciones curatoriales: HistoriaUniversosMitología y Naturaleza.

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Las cuatro secciones son un desfile vistoso de las etapas creativas de Sergio Hernández: Historia (Presagios y CódicesBenito JuárezPinocho y el AxoloteViolencia y Pandemia); Universos (Paisajes nocturnos y Maderas con hoja de oro); Mitología (SalvajeLas NinfasLa SombraLos AxolotesArdientes y otros) y Naturaleza (SelvasBotánicaBallenas y Territorios).

Inicia con Historia, una presentación de los códices precolombinos y el arribo intrusivo, violento, de los españoles; aquí se plasma la visión asombrada de los habitantes de lo que luego, cuando se asentaron los polvos y se enhebraron los sincretismos, se conocería como la Nueva España, así como el proceso de conquista y el nacimiento de una recia cultura mestiza.

Esta sección incluye también su colección de obras sobre Benito Juárez, “personaje adorado de la política mexicana, renovador, cuya figura es usada por todos los políticos de México”. Hernández presenta una visión crítica y hasta cómica de Juárez, figura omnipresente que “está en el imaginario de los políticos. Es un personaje real, pero también es una fantasía de la política.”

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Las otras secciones de la exposición son Universos, que muestra sus paisajes nocturnos y obras creadas para recrear su visión del mundo, sus sueños y anhelos; y también Mitología y Naturaleza, que presentan el homenaje del pintor a un ambiente que muere de forma acelerada por la mano del ser humano.

“La imaginación del artista –anota Eduardo Vázquez Martín, coordinador ejecutivo del Colegio de San Ildefonso– echa mano de las mitologías y los arquetipos que diversas culturas han creado a lo largo de la historia para representar lo sagrado, lo deseado y lo temido: monstruos de nuestra razón, jardines alucinantes, acervos entomológicos de la biología y el sueño. La imagen de la naturaleza se ve enriquecida por otras presencias: la ballena que sumergida canta y emigra, la mantis religiosa que se congrega en la comunión de las sombras, los cuerpos celestes flotando en el universo y la nervadura de las plantas que imprimen sus tejidos en placas metálicas sometidas a procesos propios de la alquimia, donde la intervención de la lluvia ácida de Ciudad de México hace posible la aparición de un purísimo y venenoso blanco de plomo, en el cual el artista registra inéditas expresiones fósiles; evocación de un mundo natural agredido y adulterado que, sin embargo, pervive.”

Hernández se define como un “pesimista” y lamenta no sólo esa destrucción de la naturaleza, sino la violencia que golpea a los habitantes de su país, y también a las decenas de miles de migrantes que recorren todos los días México en busca de un sueño que no alcanzan. “Parece que estamos con el síndrome de Peter Pan, que nos deja una moraleja: muchos seres humanos somos niños todavía, porque no luchamos por nuestra libertad”, subraya este destacado artista oaxaqueño.

No se pierda usted la exposición en San Ildefonso: es una oportunidad única para apreciar el universo creativo de Sergio Hernández, un artista que celebra la cultura mexicana y sus colores vibrantes, y que muestra su personalidad inquietante en cada pieza.

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