El ritmo de la colmena
Karl von Frisch fue un destacado etólogo austríaco cuyas investigaciones sobre las abejas y su lenguaje de comunicación dejaron una huella significativa en el campo.
Von Frisch descifró el “baile de las abejas”. Mediante observaciones meticulosas, logró interpretar los patrones de movimiento del abdomen de las abejas mientras realizaban una danza en forma de ocho. Esta danza transmitía información vital a sus compañeras sobre la dirección y distancia de las fuentes de néctar y polen.
Cuando una abeja exploradora encuentra una fuente de alimento, regresa a la colmena y realiza una danza en forma de ocho en la superficie de la colmena. La abeja baila moviendo su abdomen de un lado a otro, mientras camina siguiendo un patrón específico.
La dirección del baile indica la dirección de la fuente de alimento con respecto al sol. Si la abeja se mueve hacia arriba en el patrón de ocho, significa que la fuente está en la dirección del sol. Si se mueve hacia abajo, la fuente está en la dirección opuesta al sol.
La duración del baile proporciona información sobre la distancia a la fuente de alimento: cuanto más tiempo dura la danza, más lejos está la fuente. Además, la intensidad de la danza indica la calidad de la fuente (por ejemplo, si es abundante o escasa).
El resto de las abejas observa y sigue con atención el baile de la abeja exploradora. Luego, las abejas salen en tropel en busca de la fuente de alimento, siguiendo las indicaciones proporcionadas a través de la danza.
Cabe mencionar que la forma exacta del baile puede variar según la especie de abeja y la ubicación geográfica. No obstante, este sofisticado sistema les permite comunicarse eficazmente para transmitir la ubicación de recursos vitales.
Impacto en la apicultura
El trabajo de Karl von Frisch en el estudio del lenguaje de las abejas tuvo un impacto valioso en la apicultura (y en la producción de miel), ya que les permitió a los apicultores comprender con más detalle cómo las abejas encuentran y comparten información sobre las flores y los recursos disponibles.
Los apicultores pueden ahora aplicar los principios del “baile de las abejas” para seleccionar ubicaciones adecuadas para sus colmenas. Observando la dirección y la duración de las danzas de las abejas, los apicultores pueden determinar la distancia y la dirección de las fuentes de néctar y polen. Esto les ayuda a elegir lugares estratégicos para sus colmenas.
Inclusive, al vislumbrar cómo las abejas buscan alimento, los apicultores pueden optimizar la producción de miel. Por eso colocan colmenas cerca de áreas ricas en flores y plantas, lo que beneficia a las abejas y aumenta la cantidad de miel recolectada.
El conocimiento sobre la comunicación de las abejas también es útil para manejar enjambres. Los apicultores pueden seguir las señales de las abejas para localizar enjambres y trasladarlos a lugares seguros.
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¿Cómo sería el mundo sin las abejas?
Definitivamente: una pesadilla, porque imaginar siquiera un mundo sin abejas tendría implicaciones profundas y preocupantes para la vida en nuestro planeta.
Entre los impactos más significativos de un mundo sin abejas, resaltan:
1. Polinización y alimentos:
Las abejas son polinizadoras clave. Sin ellas, muchas plantas no podrían reproducirse.
La polinización es esencial para la formación de frutos y semillas en flores. Sin abejas ni otros polinizadores, no habría alimentos como frutas, verduras y nueces.
2. Seguridad alimentaria:
A nivel mundial, un tercio de los alimentos dependen de las abejas.
Sin polinización, escasearían los cultivos y la variedad de alimentos disponibles disminuiría.
3. Biodiversidad y ecosistemas:
Los ecosistemas se verían afectados, ya que muchas especies dependen de las abejas para su supervivencia.
4. Economía y agricultura:
El valor económico de la labor de polinización de las abejas es enorme a nivel mundial.
La agricultura perdería miles de millones de euros si las abejas desaparecieran.
5. Amenazas para las abejas:
Las principales amenazas incluyen la degradación de hábitats, el cambio climático, prácticas agrarias y el uso de plaguicidas tóxicos.
La agricultura industrializada, como los monocultivos, contribuye al declive de las poblaciones de abejas.
Un mundo sin abejas sería una catástrofe, porque sería menos diverso y menos fértil, y enfrentaría desafíos significativos en cuanto a la producción de alimentos. Por lo tanto, es crucial tomar medidas de urgencia para proteger a estos valiosos polinizadores.
El Nobel
A pesar de su brillante descubrimiento, Karl von Frisch enfrentó escepticismo y rechazo por parte de otros científicos en la década de 1940.
Sin embargo, su trabajo finalmente fue reconocido, y en 1973 recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su investigación sobre la comunicación de las abejas.
El legado de Von Frisch en el campo de la etología y el estudio de las abejas es significativo y sigue inspirando a científicos y apicultores en todo el mundo.
Sus investigaciones sentaron las bases para futuros estudios sobre la comunicación animal, y su influencia se extiende hasta el día de hoy.
De hecho, investigadores contemporáneos, como Thomas Seeley de la Universidad de Cornell, han ampliado el conocimiento sobre el lenguaje de las abejas.
Seeley demostró que este lenguaje va más allá del comportamiento de búsqueda de alimento y tiene implicaciones más profundas en la organización de las colonias de abejas.
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