La Campaña Mundial del Ictus, que se lleva a cabo el 29 de octubre de cada año, pretende animar a la gente a comprender los factores de riesgo vascular, tales como la hipertensión arterial, la diabetes y los niveles de colesterol en la sangre.
En la actualidad, dicha campaña promueve cómo reconocer las señales de aviso de un posible derrame cerebral y la forma de actuar para evitarlo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el ictus como un síndrome consistente en el rápido desarrollo de signos clínicos secundarios a la alteración de la función cerebral focal (o global), con duración mayor o igual a 24 horas, o que provoca la muerte sin otra causa aparente más que el origen vascular.
En latín, ictus significa golpe
El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular, ocurre cuando el flujo sanguíneo a una parte del cerebro se detiene, lo que puede causar daño cerebral.
Existen dos tipos principales de ictus: el isquémico, causado por un bloqueo en una arteria, y el hemorrágico, causado por la ruptura de un vaso sanguíneo. Esto impide que el tejido cerebral reciba oxígeno, de modo que en pocos minutos las células cerebrales comienzan a morir.
La incidencia del ictus en México es una de las principales causas de muerte y de discapacidad. Tan es así, que por su preponderancia se ha vuelto muy relevante en los últimos años como causa de morbilidad y mortalidad general. Se estima que el EVC, o evento vascular cerebral, constituye la mitad de los problemas neurológicos atendidos en los hospitales generales.
Se estima que miles de personas sufren un ictus cada año, con una incidencia creciente debido a factores como el envejecimiento de la población y el aumento de enfermedades crónicas.
En los últimos 15 años se observó un incremento en la mortalidad por accidentes cerebrovasculares, y ésta se ha mantenido entre las cinco primeras causas de muerte, tanto en hombres como en mujeres, por lo que este padecimiento es considerado un problema de salud de orden prioritario en el país.
Quienes sobreviven a un evento vascular cerebral pueden presentar secuelas, desde leves hasta severas, tales como parálisis, problemas de raciocinio, del habla, de visión y en la coordinación motora.
Y a nivel global, el ictus es la segunda causa de muerte y la principal causa de discapacidad. Se calcula que una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Uno de cada cinco casos fallece y tres de cada cinco quedan con secuelas.
Los médicos dividen en dos los factores de riesgo. Hay factores que pueden ser controlados o modificados para reducir el riesgo del ictus, como:
· Hipertensión arterial: principal factor de riesgo.
· Colesterol alto: aumenta el riesgo de ictus isquémico.
· Diabetes: incrementa significativamente el riesgo.
· Tabaquismo: duplica el riesgo de ictus.
· Obesidad y sedentarismo: contribuyen al riesgo de ictus.
· Consumo de alcohol y drogas: se asocian a un mayor riesgo de infarto y de hemorragia cerebral.
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Y también existen otros factores que no pueden ser cambiados, como:
· Edad: el riesgo aumenta con la edad, especialmente a partir de los 55 años.
· Género: los hombres tienen un mayor riesgo, aunque las mujeres mayores de 80 años tienen un riesgo similar debido a su mayor esperanza de vida.
· Genética y antecedentes familiares: un historial familiar de ictus aumenta el riesgo.
Las causas de ictus varían según el tipo. El tipo isquémico es debido a la arterioesclerosis, que es cuando las arterias se estrechan (o se bloquean) debido a la acumulación de placa. En tanto que el tipo hemorrágico ocurre porque se da la ruptura de un vaso sanguíneo, a menudo debido a una hipertensión no controlada, a aneurismas o malformaciones arteriovenosas.
Pero hay remedios
La mayoría de los ictus pueden prevenirse mediante el control de los factores de riesgo modificables. Esto incluye mantener una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente, evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, y controlar enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes.
Como tratamientos del ictus se incluyen medicamentos para disolver coágulos o, en ciertos casos, cirugía para reparar vasos sanguíneos dañados y rehabilitación para recuperar funciones perdidas.
Reconocer algunos síntomas puede ser la diferencia en la recuperación de la persona que lo está padeciendo. Los síntomas son:
· Debilidad o entumecimiento súbito en la cara, brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
· Confusión repentina: dificultad para hablar o entender el habla.
· Problemas repentinos de visión en uno o ambos ojos.
· Dificultad para caminar, mareos, pérdida del equilibrio o coordinación.
· Dolor de cabeza severo y repentino sin causa conocida.
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