Hace unas semanas, en la entrega de los Premios Oscar, la actriz Natalie Portman lució un elegante vestido negro con bordados de hilos de oro. En la solapa de su maravillosa capa negra mandó escribir los nombres de las mujeres directoras de cine que no fueron seleccionadas por la Academia, en protesta por la marcada exclusión hacia ellas.
En México, un puñado de mujeres toman escuelas y facultades de la UNAM para reclamar acosos y violencia de género, y en el mundo, las mujeres se unen para obligar a los patrones a reconocer desigualdades, como ocurre en Gran Bretaña, donde a las mujeres se les paga menos de la mitad que a los hombres en algunas de las compañías más importantes, de acuerdo con cifras recientes, donde se señala con rojo la brecha salarial de género.
En fin, la lista de reproches es larga, y más aún en la prensa internacional, sobre todo a partir de la suma de acusaciones contra Harvey Weinstein, un magnate de la industria cinematográfica, y contra otros hombres prominentes en el poder, famosos por exigir favores sexuales a cambio de papeles en la pantalla o puestos en la empresa, lo que hizo crecer de manera tumultuosa al movimiento #MeToo, mismo que dio voz a las mujeres sobre el abuso y el acoso que sufren en el cine, la moda, la música, la política y el arte.
Como muchos aún recuerdan, hace unos años la revista TIME nombró a las mujeres que se levantaron contra la injusticia sexual y de género como Personas del Año de su publicación, nombrando al ganador colectivo The Silence Breakers. Ahora nada parece frenar esa lucha por los derechos de las mujeres. Al contrario, el volumen de sus voces aumenta año con año y ya es un grito continuo. Además, las actrices y otras personalidades influyentes donan dinero y se visten de negro en apoyo a estos movimientos que, si se hace un rápido recuento, llevan más de un siglo intentando mover las conciencias de todo género en cada uno de los continentes.
De hecho, con más frecuencia, se enmarcan en celebraciones los logros de las mujeres que han superado las barreras impuestas por una civilización con fuerte olor a testosterona, como otra fecha, el 11 de febrero, que proclama el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una resolución de la Unesco que busca la igualdad de género, un tema central de las Naciones Unidas, ya que “…el empoderamiento de las mujeres y las niñas contribuirá decisivamente no sólo al desarrollo económico del mundo, sino también al progreso respecto de todos los objetivos y metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”.
Aunque, como se dijo en Davos hace un par de años: “…todavía podrían pasar 100 años antes de que la brecha global de igualdad entre hombres y mujeres desaparezca por completo”.
El Día de la Mujer se estampa en la memoria colectiva
Es difícil decir exactamente cuándo comenzó el Día de la Mujer. Las raíces de la celebración se remontan a 1908, cuando 15 mil mujeres marcharon en la ciudad de Nueva York exigiendo derechos de voto, mejor pago y menos horas de trabajo. Un año después, el 28 de febrero, se llevó a cabo el primer Día Nacional de la Mujer en los Estados Unidos, de acuerdo con una declaración del Partido Socialista de América.
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Y en 1910, Clara Zetkin, líder de la “oficina de mujeres” del Partido Socialdemócrata de Alemania, presentó la idea del Día Internacional de la Mujer. Ella alegó que todos los países deberían celebrar a las mujeres un día todos los años para presionar por sus demandas, y en una conferencia donde participaron más de 100 mujeres de 17 países se aplaudió su sugerencia y se estableció el IWD (Día Internacional de la Mujer).
En 1911, este Día se celebró por primera vez en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza, aunque el 19 marzo. Dos años después, en 1913, se decidió pasar al 8 de marzo, y desde ese entonces se festeja cada 8 de marzo. Por cierto, la actuación de las mujeres en las protestas que llevaron a la caída del zarismo en Rusia, el 8 de marzo de 1917, tuvieron tanta repercusión que reforzaron la elección de la fecha para continuar las reivindicaciones. Años después (pero hasta 1975), las Naciones Unidas marcaron en sus calendarios ese mismo día. Desde el comienzo, las mujeres han dedicado un tema cada año para la celebración de su día. Un siglo después, en 2011, el ex presidente Barack Obama proclamó que marzo sería el “Mes de la Historia de la Mujer”.
El día señalado lo seguimos celebrando por honrar el objetivo original: lograr la plena igualdad de género para las mujeres en el mundo; y también porque aún existen países e individuos que discriminan, hostigan y maltratan a las mujeres. La brecha salarial de género persiste en todo el mundo y las mujeres todavía no están presentes en igual número ni en los negocios ni en la política. Las cifras muestran que, a nivel mundial, la educación, la salud y la violencia hacia las mujeres aumenta cada año en el número de casos.
Debemos recordar, pues, que la celebración del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer hunde sus raíces, según la ONU, en “la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre”. Ellas son “las artífices de la historia”.
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