Revista bilingüe mitt Zweisprachiges Magazin Fundada como Mitteilungsblatt en 1932

Marzo 2020 / No. 694   Mitt

Vuelo corto, promesa larga

El zepelín y la aeronáutica de los globos voladores invitan a la imaginación desde hace más de 2 centurias.

 

A comienzos del siglo pasado, el dirigible fue la gran promesa para el transporte de carga y pasajeros, y sigue siendo una promesa que aún no muere del todo.

 

Sin duda, otro hubiera sido el destino del transporte aéreo de carga y pasajeros en el siglo veinte, de no haberse accidentado, en 1937, en una gran catástrofe (y si la radio no la hubiera cubierto con tanta alarma), el vehículo que parecía ser la mayor opción del siglo. El tremendo acontecimiento, en el que del dirigible Hindenburg quedó destruido justo al final de su vuelo a causa de un incendio mientras aterrizaba en la localidad de Nueva Jersey, y que ocasionó el fallecimiento de 36 personas, marcó el destino fatal de estos maravillosos objetos voladores.

 

El sueño de volar con seguridad en dirigible se vio truncado debido a la cobertura mediática que informó, entre llantos y gritos estentóreos, la tragedia del Hindenburg, y aún se dice que la “teoría catastrófica” de los dirigibles debe mucho a la prensa sensacionalista de las décadas de 1920 y 1930, e ignora los éxitos de navíos como el Graf Zeppelin, el R100 y el USS Los Angeles.

 

La catástrofe aceleró la desconfianza hacia un dirigible que había costado medio millón de libras, y que un año antes (1936) había sobrevolado el Estadio Olímpico de Berlín durante las Olimpíadas como emblema de la grandeza del Reich alemán.

 

Los majestuosos dirigibles presagiaban otro destino

 

En cambio, el Graf Zeppelin, que corrió con mejor suerte, llevaba acumulados más de 600 vuelos de travesía, en los que transportó a más de 18 mil pasajeros. Los datos optimistas de entonces presagiaban que el zepelín sería un medio de transporte totalmente fiable. El 18 de septiembre de 1928, cuando el dirigible alemán Graf Zeppelin LZ 127 realizaba su primer vuelo ante la atenta mirada de diferentes personalidades y de público curioso, la imaginación podía concebir un futuro promisorio para este medio de transporte, que resultaba más atractivo, por los panoramas, y más plácido, que los viajes trasatlánticos por crucero.

 

El dirigible fue construido por la casa Deutsches Luftschiff Zeppelin; disponía de una capacidad para 20 pasajeros y de una longitud de 236.53 metros. En vuelo alcanzaba una velocidad máxima de 128 km/h, gracias a los 5 motores Maybach de 550 CV que lo propulsaban. Apenas unas décadas antes, los dirigibles se habían contado entre los primeros artefactos capaces de volar, luego de concebirse a partir de diversos diseños realizados a lo largo del siglo XIX. Fueron numerosos en esa época los intentos de hacer a los globos aerostáticos más gobernables, y los mecanismos probados se mantendrían luego en los dirigibles más modernos.

 

El cielo se va poblando de globos

 

En 1784, Jean Pierre Blanchard añadió un propulsor manual a un globo aerostático, en lo que constituye el primer registro documentado de un vuelo a propulsión. Al año siguiente, cruzó el Canal de la Mancha con un globo provisto de alas batientes como propulsores, y de un timón con forma de cola de ave.

 

El francés Giffard, en 1852, fue el primero en volar con un dirigible de perfil fusiforme, con sistema de gobierno y hélice e impulsado por una máquina de vapor. Dicho aparato era bastante primitivo, y no se perfeccionó sino hasta la última década del siglo XIX, cuando Gottlieb Daimler inventó el motor de gasolina, rápido y ligero. En 1884, los franceses Kreb y Renard construyeron un dirigible para el ejército, y hacia el año 1900, el brasileño Alberto Santos Dumont realizó experimentos en Francia con dirigibles pequeños accionados por motores de gasolina en miniatura.

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¿De dónde sale el nombre zepelín?

 

El nombre zepelín que se les dio a estas “ballenas” del aire fue en homenaje a Ferdinand Adolf August Heinrich Graf von Zeppelin o, en breve, Ferdinand von Zeppelin, inventor alemán que había pertenecido al ejército y participado en diferentes conflagraciones, entre ellas la Guerra de Secesión Norteamericana.

Al respecto, se narra que “este general de caballería sirvió sucesivamente en los ejércitos de Württenberg, Prusia y el Imperio Alemán, y, no contento, entró en contacto con la navegación aerostática durante la Guerra Civil estadounidense (1861-65), en la que realizó varias ascensiones de observación en globo para el ejército del Norte”.

 

Von Zeppelin fue, además de inventor, un noble alemán, y fundador en 1909 de la compañía de dirigibles Zeppelin, o “de transporte aéreo de pasajeros mediante dirigibles (DELAG)”. Bajo su dirección se construyeron más de cien de estos zepelines durante las décadas de los años 20 y 30, los cuales transportaron cómodamente a numerosos viajeros por todo el mundo.

 

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En 1900, Von Zeppelin creó su primer dirigible, con el que sobrevoló exitosamente el Lago Constanza. El trayecto de 6 km duró 17 minutos, y en ese memorable viaje acompañaron al inventor un total de cinco personas. Sin embargo, el diseño definitivo y práctico del dirigible fue obra suya y de su ingeniero en jefe, Hugo Eckener; entre los dos proyectaron un prototipo de estructura rígida formado por un armazón de aluminio o de una aleación ligera.

 

 

Los dirigibles se alistan para la guerra

 

El cuerpo principal del aparato estaba integrado por secciones, y en cada una de ellas había una cámara llena de hidrógeno para proporcionar la sustentación necesaria durante el vuelo. Debajo de la parte de adelante iba suspendida una cabina para la tripulación y los pasajeros, donde se encontraban los motores y los mandos para maniobrar. En 1906, Von Zeppelin realizó un viaje de 24 horas por sobre el paisaje suizo, lo que empezó a despertar la imaginación tanto del público como del gobierno alemán, el cual advirtió sus ventajas para aplicaciones militares.

 

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-18) el ejército y la marina de Alemania emplearon más de cien dirigibles, tanto en tareas de mapeo y reconocimiento como para el bombardeo aéreo del territorio enemigo. Sin embargo, ante la aparición de la artillería antiaérea, su lentitud y su enorme tamaño los hacía blancos muy vulnerables; de modo que, después del sonado fracaso de un ataque sobre Londres en 1917, dejaron de emplearse para los bombardeos.

 

Con el paso de los años, las prestaciones de los zepelines mejoraron, hasta constituirse, como es el caso del Graf Zeppelin LZ 127, en auténticas y memorables hazañas de la ingeniería, ya que este dirigible sobrevoló el Océano Atlántico en más de 150 ocasiones, y llevó a cabo el primer vuelo alrededor del mundo (un viaje de 21 días en el que recorrió casi 35 mil kilómetros), además de haber realizado expediciones en el Ártico, y de haber establecido la marca de 128 horas de vuelo sin tocar el suelo.

 

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El futuro todavía flota en el aire

 

En la actualidad es habitual ver zepelines con fines publicitarios sobrevolando eventos sobre estadios colmados hasta el copete, pero la esencia del dirigible como medio de transporte y de carga no se ha vuelto a recuperar. Sólo el Aeroscraft ruso, una obra de ingeniería mitad dirigible, mitad avión, diseñada por la firma Aeros, ha renovado las ilusiones de los más nostálgicos. En palabras de Igor Pasternak, consejero delegado de la compañía, el Aeroscraft supone el nuevo comienzo del transporte vertical para los próximos 100 años.

 

Estas aeronaves, aseguran los especialistas, son ideales para satisfacer las necesidades de los sistemas de defensa antimisiles. Su amplia superficie permite instalar varias antenas y localizadores que ayudan a controlar el espacio aéreo en miles de kilómetros a la redonda, para de ese modo detectar cualquier posible lanzamiento de misiles.

Por otro lado, y en otra latitud, hace un par de meses se informó en un reportaje de la BBC que, dentro de un plazo de cinco años, uno de los primeros modelos de Airlander, el enorme zepelín híbrido apodado “dirigible volador”, será la primera aeronave en sobrevolar el Polo Norte desde 1928. El hombre y la mujer que irán a bordo no son exploradores, sino turistas, quienes se han pagado una experiencia de lujo por valor de 80 mil dólares.

 

Pero el Airlander no volará en solitario. Alrededor de la misma fecha, una enorme aeronave china estará alzándose también sobre el calor y la humedad de Jingmen, y su trabajo será el de transportar objetos pesados en uno de los lugares de más difícil acceso del planeta. Y es que los fabricantes tienen grandes ambiciones para esta nueva era de la aviación. De hecho, esperan que en los próximos diez años alrededor de 15 de estas aeronaves estén flotando con rumbos definidos alrededor del mundo.

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