Es la era de Netflix, de HBO-Latinoamérica y de otras plataformas de contenido on demand, como Amazon Prime Video y ClaroVideo, aplican diversas estrategias para atraer a un público que está más metido que nunca en las pantallas viendo obsesivamente series, documentales y telenovelas.
Los ejecutivos de Netflix, Amazon y Hulu pasaron de ofrecer dos o tres series para un público masivo en prime time, a abarcar una enorme variedad de nichos, con productos que narran infinidad de historias para todos los gustos. Los nuevos canales tienen algo para cada quién y hacen propuestas cada vez más atinadas a su teleauditorio, lo que permite, por un lado, explorar universos y personajes muy disímiles, y por otro, llevar a la pantalla temáticas que quizá no habrían encontrado espacio en un canal tradicional.
El video bajo demanda (VBD), (en inglés video on demand, VOD), conocido también como televisión a la carta, es un servicio OTT de televisión (siglas en inglés de over-the-top) que consiste en la transmisión de audio, video y otros contenidos. Esta modalidad de difusión de contenidos multimedia permite al usuario acceder a un contenido concreto en el momento que lo solicita, visualizándolo en línea en su dispositivo.
La llamada streaming TV, con sus nuevas prácticas de consumo, es un desafío para guionistas y productores. Inclusive para los actores, que ahora van y vienen del cine y la gran pantalla a las series televisivas, inclusive las de “cola larga”, como se les llama a las teleseries de numerosos episodios.
Durante muchos años los actores televisivos o bien no eran lo suficiente famosos aún para hacer papeles en el cine (George Clooney es un claro ejemplo) o bien eran viejas glorias venidas a menos; pero en la actualidad esta distinción se ha borrado.
Larga tradición
Estas narraciones de dilatados tramos y episodios sofocantes por la trama, que siempre queda en suspenso, tienen una larga historia o muchos antecedentes tanto en la literatura como en el cine, la radio y la televisión; esto se ve en las novelas decimonónicas por entregas, tales como por ejemplo La comedia humana, de Honoré de Balzac. También cuando la radio prevaleció como el medio electrónico dominante de entretenimiento hogareño; esto es de principios de los años 20, cuando comenzó la radiodifusión comercial, hasta los años 50 y 60, cuando la televisión reemplazó gradualmente a la radio como el medio preferido para la programación con guiones, y ofreció una gran variedad de espectáculos tanto cómicos como dramáticos.
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Las emisiones radiofónicas que escuchaban en familia nuestros papás y abuelos, convocaban, entre otros, a vecinos, parientes pobres y, claro, a los miembros de la familia (que antes eran numerosos), quienes, en silencio, se enganchaban al oír las aventuras de Arsenio Lupín, o de El Monje Loco, o Anita de Montemar, o el inefable Gutierritos, y otras producciones más, todas inolvidables.
Hoy, las series de TV no sólo nos han engolosinado con tramas como Dallas, o Dinastía, y en México con telenovelas clásicas, como Cuna de lobos, El derecho de nacer, Chispita, Rosa Salvaje y Colorina. Hay series que han hecho enormes aportes a la cultura, a la ciencia y al conocimiento, como todas las que ha creado la BBC, entre ellas, la extraordinaria Yo, Claudio, basada en la obra de Robert Graves, o el documental de Carl Sagan, Cosmos, o la maravillosa serie Civilización, de Kenneth Clark, o el Ascenso del hombre, de Jacob Bronowski, todas con episodios que uno no podía perderse.
Ellos fueron el antecedente de los extraordinarios documentales marinos de Jacques Cousteau, o los inigualados del genial David Attenborough, el padre del documental moderno, como La vida en la Tierra (1979), una serie de 13 capítulos creada para la televisión donde Attenborough destila talento para transmitir la pasión del trabajo bien hecho: hay emoción, creatividad, buena banda sonora, animales que transmiten humanidad y gran rigor científico (en esta época de cuarentena, busque La vida privada de las plantas (1995) y Planeta azul (2001), también de la BBC).
De regreso a las teleseries clásicas, una que ha roto récords de audiencia es Juego de Tronos, basada en el libro de George R. Martin. Otra teleserie que lo tendrá hundido en el asiento, y a veces en la orilla del mismo, es Breaking bad, escrita y producida por Vince Gilligan. También Vikingos, un drama histórico de History Channel centrado en la leyenda de Ragnar Lothbrok. Una teleserie que despierta ansiedades y temores, pero también mucha curiosidad, es Chernobyl, que narra la catástrofe de la planta nuclear ocurrida en abril de 1986 en la Unión Soviética. Y si le gusta el drama, no se pierda la historia de Los Soprano, de HBO, una teleserie que no lo dejará levantarse siquiera para ir por unas palomitas.
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