Revista bilingüe mitt Zweisprachiges Magazin Fundada como Mitteilungsblatt en 1932

Noviembre 2020 / No. 700   Mitt

Comer para curarse o no enfermarse

Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina.

Hipócrates, médico griego

Con frecuencia se habla en las sobremesas de la comida que es medicina y que a la vez es comida. Incluso hay quien afirma que prácticamente todas las enfermedades pueden curarse con una dieta correcta, sin absolutamente ningún tipo de medicamento.

 

No son pocos los que creen que el cuerpo es capaz de manejarse y recuperarse de cualquier dolencia siempre que cuente con las herramientas apropiadas para sanar, como lo son los alimentos adecuados. Sin embargo, en el pasado la gente no pensaba que la comida pudiera ayudar a prevenir o revertir ciertas enfermedades. Como afirma Liliana Martínez Lomelí, en su columna en El Economista: “Desde hace mucho estaríamos tomando nutrimentos en cápsulas y pastillas, sin preocuparnos por el platillo, los olores, los sabores y todo lo que rodea a la comida.” Para esta autora, la lista de los alimentos candidatos a medicinas ha variado con el tiempo, de tal modo que “la percepción sobre los beneficios o perjuicios de un mismo alimento a través de los tiempos es fluctuante y contradictoria. Esto, no sólo debido a los avances científicos de la época, sino también a la influencia de hechos históricos, económicos y sociales sobre el uso de determinado alimento.”

 

Remedios para sobrevivir

La diferencia entre alimentación y nutrición es muy concisa: la primera es voluntaria, y consiste en elegir, preparar e ingerir alimentos para saciar el hambre; la segunda es involuntaria, y radica en un proceso fisiológico del organismo que incluye digestión, absorción y transporte de nutrientes para mantenerse con vida. Según los convencidos, la verdadera medicina se manifiesta en la nutrición, en la comida y los suplementos que ingerimos habitualmente; lo que se come, cura. Esto no es sorprendente, ya que parece lógico que una buena nutrición sea condición indispensable para mantener una buena condición física.

De acuerdo con un estudio de Nielsen citado por FoodBusiness, en Estados Unidos alrededor de 80 por ciento de los consumidores considera seriamente que la comida puede llegar a ser una medicina. Una cuarta parte de los adultos mayores cuida su salud básicamente a través de su alimentación. Hoy, los consumidores buscan en los supermercados productos reforzados con granos, proteínas y omegas, o los también conocidos como superfoods, esperando obtener resultados diferentes a los de los productos convencionales que han consumido en el pasado.

Mitt

Los consumidores más jóvenes son más intensos al buscar novedades que puedan mejorar la salud, y por eso evitan el consumo de alimentos GMO o que contengan conservadores, y se apegan a la fórmula de que, en los contenidos nutricionales, “menos es más”. La idea que subyace a estos nuevos hábitos es consumir pensando en los efectos de los alimentos en el largo plazo.

Y es que la alimentación en la actualidad conlleva graves desviaciones nutricionales, como el exceso de azúcares, el abuso de alimentos precocinados y altamente procesados, los métodos de cocción poco adecuados, y la adición de conservadores y colorantes artificiales, entre otras. Esto supone, como es evidente, una agresión a la microbiota (es decir, a los billones de bacterias que favorecen la disbiosis intestinal). Las bacterias conviven con nosotros en una eficiente relación simbiótica que contribuye de manera indirecta a fortalecer el sistema inmune. En la nutrición participan en el metabolismo nutrientes como la lactosa, las proteínas y las grasas, que sintetizan vitaminas y aumentan la disponibilidad de minerales (calcio, cobre, zinc, hierro, etcétera).

 

Los alimentos medicina

Por otro lado, vivimos en una era de dietas. Una de ellas es la célebre “dieta mediterránea”, que para muchos es la más sana. Pero hay dietas para todos los gustos y sabores; las hay, por ejemplo, para celíacos o veganos, o para diabéticos, dentro de una larga lista. Muchas enfermedades, según afirman, “pueden prevenirse o combatirse con el menú adecuado”. Eso explica por qué hoy en día aparecen nuevas tendencias en cuanto a la alimentación y prevalece un notable incremento de los productos orgánicos en el mercado, o por qué se ha incrementado la apuesta por la comida casera (muy conveniente en estos tiempos de pandemia) y es mayor el énfasis en los productos con menos conservadores.

El cuerpo obtiene muchos de los compuestos químicos que necesita para mantenerse sano a través de la alimentación, como carbohidratos, proteínas, grasas (sí, son necesarias), vitaminas y minerales, que realizan diferentes funciones y cubren ciertas necesidades. Una alimentación saludable se logra combinando varios alimentos de manera equilibrada. Pero cabe recordar que la mayor fuente de salud está en nuestros hábitos, no en los fármacos; los fármacos están para cuando ya no hay remedio.

Se sabe que tener hábitos alimenticios desequilibrados contribuye a generar propensión a diversas enfermedades, así como a infecciones, obesidad, diabetes y afecciones cardiovasculares. La inflamación crónica favorece la aparición y el desarrollo de ciertos tumores, como los de colon, hígado, estómago o vejiga, la hepatitis C y la infección por Helicobacter pylori.

En la actualidad hay alimentos que además de ser ricos y saludables tienen una virtud extra: ayudan al organismo a reducir las inflamaciones y a revertir algunos pequeños desajustes. Se trata de los alimentos medicina, unos productos cuyas sustancias ayudan al cuerpo a crear sus propios antiinflamatorios.

Mitt

 

 

Hacia la era de los nutracéuticos

Hoy se habla de los alimentos funcionales y nutracéuticos (término compuesto por nutricional y farmacéutico, es decir, que nutre y además previene o trata una enfermedad), que son aquéllos que, además de su aporte natural de sustancias nutritivas (y sin dejar de lado los sentidos y las propiedades organolépticas y/o socioculturales), proporcionan un beneficio a la salud de la persona. Cabe mencionar que los componentes de los alimentos funcionales siempre han estado en la naturaleza: calcio, yodo, vitamina D, fibra y omega 3.

El objetivo de estos nutracéuticos es mejorar la salud del consumidor de forma adicional a la nutrición que brindan. Además, la ciencia ha demostrado el contenido de compuestos benéficos para la salud de muchas plantas que se han utilizado como remedios en diferentes prácticas de medicina tradicional.

Los beneficios adicionales que estas plantas aportan a la salud se deben a los compuestos nutracéuticos que contienen. Por ejemplo, el brócoli contiene sulforafano, un compuesto que presenta actividad anticancerígena, disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular y es auxiliar para el autismo y la osteoporosis; otro, la biotina (vitamina B8), que entre otros alimentos está contenida en carnes, leche, semillas y algunas verduras, ayuda a reducir los niveles de triglicéridos en la sangre; o bien las isoflavonas de la soya, que pueden mejorar los síntomas de la deficiencia de estrógenos.

Mitt