Cabe recordar que los prestigiosos premios se dan a conocer en octubre, pero no se entregan sino hasta el 10 de diciembre, en ceremonias solemnes en Estocolmo y Oslo, en memoria de la fecha de la muerte de Alfred Nobel (1833-1896); no obstante, debido a la pandemia del Covid-19, este año se omitirá el banquete en Estocolmo y los ganadores recibirán sus medallas y diplomas en sus países de origen.
A continuación contamos a nuestros lectores de Mitt. quiénes son y por qué ganaron:
Premio Nobel de Medicina
Se otorgó a David Julius y Ardem Patapoutian por sus hallazgos que permitieron desentrañar uno de los secretos de la naturaleza. Ellos explicaron cuál es la base molecular para sentir el calor, el frío y la fuerza mecánica, fundamental para nuestra capacidad de sentir, interpretar e interactuar con nuestro entorno interno y externo. Los descubridores hicieron grandes aportaciones al estudio de cómo nuestro sistema nervioso siente el calor, el frío o los impulsos mecánicos. De hecho, la percepción de la temperatura y el tacto son dos de las claves evolutivas de miles de especies de nuestro planeta, incluido el ser humano. La relación con el entorno que nos rodea ha dictado nuestros patrones de comportamiento desde hace milenios y ha condicionado nuestras decisiones. Sin embargo, notar frío, calor o la diferencia entre una superficie lisa y otra rugosa son sensaciones que habíamos dado por hecho sin meditar cómo se producen los impulsos nerviosos que nos permiten percibirlas. Julius y Patapoutian resolvieron estas incógnitas. El primero utilizó capsaicina, una sustancia que proviene del chile picante y que produce una sensación de “quemazón”, para identificar los sensores de los receptores nerviosos de nuestra piel que responden al calor. Patapoutian, por su lado, “utilizó células sensibles a la presión para descubrir una nueva clase de sensores que responden a los estímulos mecánicos en la piel y en los órganos internos”.
Premio Nobel de Física
Syukuro Manabe, Klaus Hasselmann y Giorgio Parisi comparten el Premio. Los dos primeros fueron distinguidos por explicar cómo influye la humanidad en el clima de la Tierra, mientras que Parisi lo obtuvo por sus contribuciones revolucionarias a la teoría de los materiales desordenados y los procesos aleatorios, ambos conceptos muy difíciles de comprender; de hecho, son las dos características claves que definen los sistemas complejos cuando se habla de física. Por ejemplo, un sistema crucial para la vida es el clima. Manabe consiguió demostrar cómo un incremento en los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera conlleva un aumento de las temperaturas en la superficie terrestre. El científico japonés lideró el desarrollo de modelos físicos del clima de la Tierra en la década de los sesentas, además exploró la interacción entre el equilibrio de la radiación y el transporte vertical de masas de aire. Por todo ello, y por sus esfuerzos a lo largo de sus 90 años de vida, pudo sentar las bases para el desarrollo de los modelos climáticos que se manejan hoy. Por su lado, Hasselmann, el investigador alemán, fundador del Instituto Max Planck de Meteorología, elaboró un modelo que vincula el clima y el tiempo atmosférico para explicar por qué los modelos climáticos pueden ser fiables a pesar de que el tiempo atmosférico, donde entra en juego el corto plazo, sea caótico y cambiante. Desde otro ángulo, Giorgio Parisi descubrió en la década de los ochentas los patrones ocultos en los materiales complejos desordenados, y con ello hizo posible el entendimiento y la descripción de materiales y fenómenos aleatorios en áreas como la física, las matemáticas, la biología, la neurociencia y el machine learning.
Premio Nobel de Literatura
El novelista Abdulrazak Gurnah obtuvo el máximo galardón de las letras universales, por su “penetración intransigente y compasiva en los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes”. Gurnah nació en Zanzíbar en 1948, y se vio obligado a abandonar su país a los 18 años. Se refugió en Inglaterra en búsqueda de una nueva vida. En la escalada de violencia que sufrió dicha isla de Tanzania en 1964, toda persona de ascendencia árabe era perseguida, y Gurnah no fue una excepción. En el Reino Unido destacó académicamente, y emprendió una carrera como profesor, dedicando su vida a la investigación sobre el post-colonialismo en la costa oriental de África. Su prematura partida de Zanzíbar se refleja como argumento central de su trayectoria como novelista: Paradise (1984), Desertion (2005) o By The Sea (2001) son algunas de las novelas más importantes de este profesor de inglés y de literaturas post-coloniales de la Universidad de Kent.
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Premio Nobel de Química
Fue conferido a Benjamin List y David MacMillan, por el hallazgo de la organocatálisis asimétrica, una nueva y precisa herramienta para la construcción molecular. A medida que avanza la industria, la habilidad de los químicos para crear nuevas moléculas capaces de formar materiales elásticos y duraderos, almacenar energía o inhibir el desarrollo de las enfermedades es cada vez más demandada. Las nuevas necesidades del proceso civilizatorio requieren de nuevos materiales y de nuevas maneras de conseguirlos. Para ello, son indispensables los catalizadores, sustancias que controlan y aceleran las reacciones químicas sin formar parte del producto final. El cuerpo humano contiene también miles de catalizadores en forma de enzimas, que dan forma a las moléculas necesarias para vivir. En principio, sólo existían dos tipos de catalizadores que permitían a los químicos desarrollar su trabajo: los metales y las enzimas. Sin embargo, a partir del año 2000 todo cambió, pues en Alemania y Estados Unidos se estaba gestando una revolución en la química cuando, de manera simultánea, y cada uno por su cuenta, List y MacMillan desarrollaron un tercer tipo de catálisis: la organocatálisis asimétrica, capaz de construir sobre moléculas orgánicas pequeñas. Desde entonces la organocatálisis se ha desarrollado a gran velocidad, campo en el que los galardonados siguen siendo líderes, tras demostrar que los catalizadores orgánicos pueden ser utilizados para llevar a cabo infinidad de reacciones químicas. Por cierto, dichos catalizadores actúan de manera responsable con el medio ambiente y son baratos de producir. Con ellos es posible construir desde productos farmacéuticos, hasta moléculas utilizadas para capturar luz de un modo mucho más eficiente.
Premio Nobel de la Paz
Este año correspondió a los periodistas María Ressa, de Filipinas, y Dmitry Muratov, de Rusia, por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión, una de las condiciones básicas para el funcionamiento de la democracia y la consecución de una paz duradera. La defensa de la libertad de expresión en Filipinas y Rusia intenta salvaguardar uno de los derechos fundamentales del ser humano. Ambos galardonados representan a todos los periodistas que trabajan a lo largo y ancho del planeta para defender este derecho, luchando en un presente en el que los ideales de la democracia y la libertad de prensa encaran condiciones cada vez más adversas. María Ressa fundó en 2012, Rappler, un medio digital, que ella dirige todavía hoy, centrado en el periodismo de investigación, para exponer los abusos de poder, la violencia y el creciente autoritarismo que se sufre cada vez más en Filipinas. “Como periodista”, dice el comunicado, “Ressa se ha mostrado como una enorme defensora del derecho a la libertad de expresión”. Por su parte, Dmitry Muratov fue uno de los miembros fundadores del periódico Novaya Gazeta, y los últimos 24 años ha sido el redactor en jefe del que en la actualidad es el periódico más independiente y crítico con el poder en Rusia. A pesar de sufrir numerosas amenazas y de las muertes de compañeros suyos, Muratov jamás ha claudicado y mantiene el espíritu independiente del medio, defendiendo el derecho de los periodistas para escribir cualquier cosa que dicte su criterio, siempre que cumplan con los estándares éticos y profesionales del periodismo.
Premio Nobel de Economía
Los premiados fueron David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens, el primero por “sus contribuciones empíricas en la economía del trabajo”, mientras que Angrist e Imbens por “sus aportes metodológicos al análisis de las relaciones causales”. Los tres economistas trabajan en Estados Unidos y son reconocidos por su investigación pionera en el impacto del salario mínimo, la inmigración y la educación en el mercado laboral, y por crear el marco científico para sacar conclusiones de estudios similares que no pueden emplear una metodología tradicional. Card, de la Universidad de California en Berkeley, recibió la mitad del premio. La otra mitad la comparten Joshua Angrist, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y Guido Imbens, nacido en Holanda, de la Universidad de Stanford. “Los tres han transformado por completo la labor empírica en las ciencias económicas. Los estudios de Card sobre cuestiones cruciales para la sociedad y las contribuciones metodológicas de Angrist e Imbens han mostrado que los experimentos naturales son una rica fuente de conocimiento. Su investigación ha mejorado de forma considerable nuestra capacidad de responder cuestiones clave, lo que ha sido un gran beneficio para la sociedad”, según indicaron los académicos suecos. Este nuevo enfoque no sólo ha permitido que la economía avance, sino que se ha expandido hacia otros campos de estudio, con lo cual se ha revolucionado la investigación empírica, basada en la comprobación de los hechos.
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